Juana M.
Ruiloba Núñez
Parto de la idea de que en la escuela se dan procesos
complejos que determinan a posteriori acciones, conductas y comportamientos en
los sujetos que educamos. Más allá del currículo oficialmente establecido la
escuela no es “neutral”, en ella encontramos personas -socializadas en una
determinada comunidad con unos valores preponderantes- que se comunican y se
relacionan siguiendo una serie de patrones establecidos: el lenguaje que
utilizan, las formas, los gestos, la jerarquía, los materiales didácticos, la
disposición de los espacios y tiempos no son elementos insignificantes en el
proceso de enseñanza-aprendizaje de los/as alumnos/as, ni en la conformación de
la personalidad, las habilidades y actitudes que desarrollaran en el futuro
estos sujetos. Hay, por tanto, algo más allá de lo formalmente concretado, es
el denominado currículum oculto. De entre todos los posibles temas a debatir en
relación al mismo, me gustaría centrarme en la transmisión de valores sexistas
estereotipados en la escuela[1].
El acceso a la educación en las mismas condiciones para
niños y niñas fue el primer paso tomado para evitar la perdurabilidad de las
desigualdades. En la escuela mixta se comparten espacios, contenidos,
materiales didácticos y profesorado pero esto no ha garantizado la igualdad de
oportunidades entre niños y niñas, se siguen reproduciendo los valores sexistas
predominantes en la sociedad[1]. El sistema educativo
mixto se manifiesta como insuficiente ya que aunque promueve la igualdad formal
parece mantener en el fondo una discriminación sutil.
Si el sistema educativo prepara a las personas para los
futuros roles a desempeñar en su etapa adulta, no puede pretenderse que los
alumnos actúen y tomen decisiones fuera de la realidad en la que viven[1]. Si la sociedad es todavía
sexista ¿cómo conseguir que la escuela no reproduzca estos valores tan
enraizados que además nos pasan inadvertidos a no ser que estemos muy
sensibilizados con el tema? Las medidas legislativas y de sensibilización son
el primer paso y la escuela uno de los principales actores que pueden
posibilitar el cambio[1].
Pero ¿por qué se dice que en la escuela en la que conviven
niños y niñas en unas teóricas mismas condiciones se sigue manteniendo un
currículo oculta sexista? Porque las desigualdades –pese a los avances- siguen
manteniéndose, dado que el sexismo es invisible, inconsciente y sutil. Las
investigaciones que se han hecho sobre el tema se centran en analizar algunos
elementos en los que podemos ver el sexismo en el sistema educativo:
Presencia/ausencia de las mujeres en el sistema educativo:
Las mujeres están representadas como alumnas y como
profesoras en todos los niveles educativos. No obstante, como alumnas aunque
siguen siendo mayoría en determinadas ramas, especialidades o carreras[1], no lo son en otras, como
profesoras son mayoría en los niveles educativos inferiores (algunos han
relacionado la proletarización del profesorado y su vinculación con el proceso
de feminización) y tienen escasísima representación entre el profesorado
universitario (sobre todo entre los profesores titulares y catedráticos),
además están poco representadas en los cargos directivos en los centros (en
relación a su peso numérico como profesoras en las enseñanzas no
universitarias). ¿Las mujeres no están interesadas en llevar a cabo carreras de
prestigio? ¿No quieren ostentar puestos mejores y mejor remunerados? El
alumnado percibe esta jerarquización sexual en sus centros donde los hombres
ostentan mayoritariamente los puestos de autoridad y las mujeres los espacios
subordinados.
Androcentrismo en el currículum:
Estamos en una cultura androcéntrica donde el modelo de
referencia es lo que se conoce con el arquetipo viril, es decir, el hombre
blanco, occidental, urbano, de clase media, adulto y heterosexual. Se excluyen
aportaciones de otras culturas, pueblos o géneros. La invisibilidad de las
mujeres y su vinculación con lo privado continúa aunque sea tenuemente, las
alumnas no se encuentran reflejadas ni encuentran referentes en la historia,
las ciencias, la política...
Estereotipos sexistas en el aula:
Algunas investigaciones han corroborado que los estereotipos
se presenta también en el trabajo diario en el aula en:
Interacción entre alumno y profesor (frecuencia y duración
de las interacciones diferentes dependiendo del sexo del docente y del alumno)
Libros de texto y materiales didácticos (son fundamentales
en el proceso de enseñanza aprendizaje pues producen asociaciones, imágenes y
significados. Hombres y mujeres no salen en misma cantidad de veces en
fotografías o en ejemplos –ya hemos dicho que en contenidos las mujeres casi no
aparecen- o estos son estereotipados por poner un ejemplo intranscendente: en
matemáticas para resolver un problema se plantea la situación de que una mujer
hace la compra mientras un hombre resuelve una complicación contable)
Lenguaje: ya sea oral, escrito y audiovisual no es neutro.
Se excluye a las mujeres se generaliza en masculino, se dan connotaciones
diferentes según el género de la palabra (poniendo un ejemplo típico: no tiene
el mismo sentido decir “Pedro es un zorro” que “Maria es una zorra”...).
Papel del profesor: la mayoría no se ha cuestionado la
cultura androcéntrica escolar.
Para intentar paliar todos estos efectos no deseables se
introdujo la estrategia de la transversalidad de la coeducación, algo
teóricamente correcto pero que en la práctica no parece haber cuajado. La
solución parece ser la “escuela coeducativa”, esto es, una institución dirigida
a la eliminación de los estereotipos sexistas tradicionales y a la
jerarquización de los géneros. Creo, no obstante, que las medidas están en un
proceso muy exploratorio e inicial pues les falta el impulso definitivo del
gobierno y de los agentes sociales principales para ser realmente eficaces (son
medidas propias de la agenda sistémica pero no de la agenda decisional
efectiva).
BIBLIOGRAFÍA:
BLAT GIMENO, A (1994): Informe sobre la igualdad de
oportunidades educativas entre los sexos, en Revista Iberoamericana de
Educación (Biblioteca Digital O.E.I.), nº6, septiembre-diciembre 1994, páginas
123-145.
BONAL, X. (1997): Las actitudes del profesorado ante la
coeducación. Editorial Grao, Barcelona, páginas 31-51 (capítulos 3 y 4)
INSTITUTO DE LA MUJER (2003): IV Plan de igualdad de
oportunidades entre hombres y mujeres (2003-2006). Versión electrónica (web
Instituto de la Mujer)
Ley Orgánica 1/2004, de 28 de diciembre de Medidas de
Protección Integral contra la Violencia de Género.
[1] La propia elección del
tema por mi parte y no por parte de alguno de mis compañeros varones ya es
significativa. El problema de la invisibilidad de esta cuestión unida a la
infravaloración o falta de importancia que se le da al tema por parte de muchos
hombres es innegable –no es que a los hombre no les interese la igualdad real
de las mujeres, digamos que a las mujeres como afectadas nos interesa más-.
[1] El papel de las mujeres
–pese a los avances- sigue vinculado a lo privado, lo familiar, al cuidado/afectividad,
a la “conciliación de las vidas personal y laboral”, además es patente la
existencia del llamado “techo de cristal” dada la falta de paridad o por lo
menos de presencia más o menos parecida de hombres y mujeres en los escalafones
más altos en todos los sectores, en especial en las profesiones de prestigio y
en cargos de responsabilidad –más allá de las excepciones simbólicas-, existen
diferencias salariales (cifradas por la OIT para España en el 20%), etc. La
desigualdad es evidente cuantitativamente en todos los sectores y en todos los
países de nuestro entorno –las diferencias entre países desarrollados son poco
significativas aunque nos comparemos con los estados de bienestar más
consolidados, por supuesto, es ilógica la comparación con otros países menos
desarrollados o donde las mujeres aun no tienen todos sus derechos
recocidos/garantizados- (datos para España en “Mujeres en Cifras”, web del
Instituto de la Mujer).
[1] La sociedad patriarcal es
simplemente reproducida por la escuela.
[1] Es interesante ver este
tipo de actuaciones, por eso anexo las acciones que dentro del “Plan de
Igualdad de Oportunidades entre hombres y mujeres” actualmente vigente he
considerado que están relacionadas con la educación. La actualidad del tema me
hace añadir también algunas de las páginas publicadas en el BOE de 29 de
diciembre, de la nueva Ley sobre integral sobre la violencia de género
referidas a la educación y las disposiciones que atañen a legislación educativa
que han sido modificadas y ampliadas teniendo en cuenta la necesidad de incluir
el tema de la igualdad entre hombre y mujeres como elemento esencial -parece
que hay una predisposición que va más allá de los discursos aunque aun a falta
de ser concretadas en el la normativa que desarrolle la ley-.
[1] Estas ramas o carreras
donde las mujeres son absoluta mayoría dan lugar a las denominadas “profesiones
segregadas”, éstas suelen ser profesiones “poco prestigiosas socialmente”
muchas de ellas relacionadas con el cuidado o la estética donde las mujeres
además evitaran el tener que “competir” con hombres. Habría que incidir en la
orientación académica y profesional, porque continúan las opciones académicas y
vocacionales tradicionales, por tanto, sería positivo potenciar iniciativas
para que las elecciones de los/as alumnos/as sean más amplias y no
esteriotipadas. Algunas feministas dicen que las mujeres continuarán
manteniendo elecciones estereotipadas mientras estén atrapadas entre las
demandas de los mercados sexuales, maritales y laborales.